A un mes del silbatazo inicial del Mundial en Doha, las costumbres y creencias musulmanes deciden poner una pausa. En lugar de ser estrictos y severos con sus reglas y forma de pensar, deciden abrir los brazos a otras culturas con todo y las malas costumbres que llevarán desde otros países, con tal de albergar una Copa del Mundo.
No se trata de reglas, se trata de creencias y religión. Durante meses se ha advertido a través de los medios de comunicación, que el estilo de vida en aquella región del mundo es estrictamente severa con respecto a otras cuestiones que, en otros países, no suelen tener una gran importancia, como el consumo de alcohol, vestimentas e incluso orientación sexual.