Investigadores de la Universidad de California, en Los Ángeles, acaban de descubrir por qué cometemos todos esos fallos cuando andamos escasos de sueño. Al parecer, dormir poco interrumpe la capacidad de las neuronas para comunicarse entre sí, lo que lleva a lapsus mentales temporales que afectan no solo a la memoria, sino también a la percepción visual.
La actividad cerebral se vuelve más lenta, y por tanto, la persona no puede pensar tan bien como lo hace normalmente. Esto ocurre porque las neuronas no pueden recargar la energía que necesitan, en algunas ocasiones llegan a presenciar angustias, ansiedad y temores son más frecuentes cuando se duerme menos de 6 horas al día o más de 8 horas, de manera recurrente.
La melatonina es la hormona que permite mantener el ciclo del sueño en condiciones óptimas. La falta de sueño afecta la producción de esta hormona, y por tanto es probable que el insomnio vuelva a generarse.