Lyndsey Hoover era feliz comiendo hamburguesas y papas fritas, además de otros alimentos chatarra, sin importar que su consumo de calorías diarias superaba las 4 mil, las que la llevaron a alcanzar los 150 kilos cuando cumplió 18 años.
"Mi dieta se componía de comida rápida y bebía tres litros de Coca Cola todos los días, yo era adicta y podía fácilmente comer 4.000 calorías al día", confesó la mujer a Mirror.
Sin embargo, tres años después decidió cambiar de vida, luego de que durante un viaje a Las Vegas junto a su familia no pudo abrochar el cinturón de seguridad, otorgándole la eterna sensación de que podía morir en cualquier momento.
"Siempre había tenido sobrepeso, pero en mi cumpleaños 21 sentí que mi vida se acababa. Siempre me imaginé celebrando con amigos, pero no había nada que celebrar. No podía ir a los shows porque no cabía en los asientos, no podía ir a los restaurantes bonitos porque era demasiado grande para entrar en los puestos", recuerda Lyndsey sobre el viaje de sus sueños que se convirtió en toda una pesadilla.
Pese a los malos momentos que vivió por su peso, incluyendo una profunda depresión y severos problemas de salud como prediabetes y dolor de espalda constante, la joven de actualmente 23 años encontró el amor y se casó.
"Mi marido, Randy, de 25 años, se casó conmigo cuando estaba más 'gorda', siempre me vio de manera diferente y nunca se dio cuenta de lo grande que era realmente", relató.
Para su transformación, Lyndsey acudió a un especialista, quien le sugirió que se sometiera a una cirugía de baipás gástrico. Junto con la intervención, la chica inició una rutina de ejercicios y cambio su alimentación por una dieta de sólo 700 calorías diarias. Gracias a todo esto, logró bajar más de 90 kilos en dos años.
Tras la radical pérdida de peso, la joven tuvo que lidiar con un nuevo problema: 5 kilos de exceso de piel. Por lo mismo, tuvo que entrar una vez al quirófano para una nueva cirugía plástica en la que también aprovechó de ponerse implantes mamarios.
"Estoy muy orgullosa de mi transformación y ahora siento que estoy viviendo la vida que siempre soñé. Puedo usar un bikini y no me siento como que tengo que inventar excusas sobre cómo me veo de gorda, o cómo se ve mi exceso de piel. Por fin puedo mirar en el espejo y ver una mujer hermosa devolviendo la mirada", concluyó Lyndsey sobre su nueva vida.