La inteligencia artificial, aunque promueve la participación y el desarrollo, puede poner en riesgo la democracia. Antonio Guterres alertó que, sin una regulación adecuada, la IA podría difundir desinformación y alimentar el discurso de odio. Además, distorsionar la opinión pública mediante deepfakes agrava el problema. Este año, con elecciones en más de 50 países, estos riesgos son especialmente preocupantes.