Australia presenta un sensacional balance en sus enfrentamientos contra ex campeonas mundiales: ha vencido a 6 de las 8 selecciones que han ganado la Copa Mundial de la FIFA™.
Solamente Italia y España no figuran en la lista de víctimas de los Socceroos… que sólo se han enfrentado a ambos países en una ocasión. Sin embargo, Australia sólo ha derrotado una vez a una vigente campeona mundial en un partido oficial.
Ocurrió el 1 de junio de 2001. El escenario fue Daegu (República de Corea), en la Copa FIFA Confederaciones 2001. ¿Y el rival? Nada menos que una selección de Francia en su apogeo, tras haber aderezado el memorable triunfo como anfitriona en el Mundial de 1998 con su coronación como campeona de Europa en 2000.
Australia, en cambio, pese a alcanzar la final de la Copa Confederaciones 1997, acumulaba una angustiosa ausencia de 27 años en los Mundiales.
El triunfo galo parecía cantado, tal vez incluso para los hinchas australianos. Sin embargo, el resultado fue una victoria por 1-0 para los Socceroos.
La alineación de los Auriverdes estaba repleta de jugadores afincados en Europa, pero fue una figura insospechada la que se erigió en protagonista en el momento clave del partido. El modesto delantero Clayton Zane anotó el único gol en el minuto 60, después de que el portero francés Gregory Coupet desviase contra el poste un lanzamiento de falta de Josip Skoko.
En Francia no jugaban ni Zinedine Zidane ni Thierry Henry, mientras que en Australia también causaba baja su pareja ofensiva más influyente: Harry Kewell y Mark Viduka.
La contienda estuvo bastante equilibrada durante todo el encuentro, pero Francia acabó yéndose arriba a la desesperada y, en los últimos minutos, hizo falta un paradón extraordinario de Mark Schwarzer para mantener intacto el 1-0. El espigado arquero australiano se destapó con una estirada prodigiosa para sacar desde la misma línea de gol el cabezazo bombeado de Lauren Robert.
El capitán de Australia en aquella húmeda tarde del verano coreano, Paul Okon, retoma la historia del partido para FIFA.com: “No creo que los franceses se esperasen que estuviésemos al nivel que estuvimos”, sostiene el ex jugador del Lazio y la Fiorentina. “La verdad, creo que pensaban que iba a ser una cuestión de salir simplemente al campo y ganarnos”.
“Nosotros éramos capaces de rendir así en cualquier momento. Pero contra un rival de talla mundial, nunca sabes si va a ser suficiente”, precisa Okon.
“Todavía eran los tiempos en que Australia era una selección muy modesta”, continúa. “Francia no tenía a su mejor equipo al completo, pues Zidane y Henry no estaban allí, pero por lo demás, prácticamente estaban todos. Al encarar el partido, nuestra idea era simplemente rendir lo mejor que pudiésemos, y ver qué pasaba después de los 90 minutos. Al final, hicimos más que mantener el tipo”.
Ese resultado ayudó a que Australia creyese más en sus posibilidades al máximo nivel, y sembró las semillas de éxitos futuros. “Fue un poco surrealista cuando volvimos al hotel después del partido”, añade Okon, que capitaneó a Australia durante todo el ciclo mundialista de 2002. “Los franceses se alojaban en el mismo hotel, y seguían sin poder creérselo”.
“Las lecciones que aprendimos en ese certamen fueron un factor importante para que lográsemos clasificarnos para el Mundial de 2006. Pero para llegar a ese punto, tuvimos que pasar por muchas desilusiones”, concluye.
Australia no deberá esperar mucho para tener una nueva ocasión de enfrentarse a una vigente campeona mundial: el próximo mes, se medirá al poderío de Alemania en su primer partido en la Copa Confederaciones 2017. ¿Presenciará el público de Sochi otra campanada mítica en la competición 16 años después de ese partido en Daegu?