Se llama Wang Yun, la profesora Wang, trabajaba en una guardería de la ciudad china de Jiaozuo (provincia de Henan), donde tenía bajo su responsabilidad a una treintena de niños.
El pasado 27 de marzo del año 2019, la profesora Wang elaboró un puré de avena para el desayuno de sus niños, hizo una cantidad extra para los niños de otra clase a cargo de otra profesora, una compañera del centro. Pero al “porridge” de esos otros niños le añadió nitrato de sodio, un agente conservador de carnes procesadas que puede resultar tóxico en determinadas cantidades.
Poco después, 23 niños empezaron a vomitar. Algunos se desmayaron. Uno de ellos, murió tras diez meses hospitalizado. Tras la denuncia interpuesta por los padres, se abrió una investigación policial que determinó que la profesora Wang los había envenenado.
Pero hasta este martes el tribunal que la ha juzgado la ha condenado a muerte por una acción "despreciable y malvada" que "merece una pena severa". Durante el juicio, se supo que la profesora actuó en venganza contra la otra profesora, con la que había tenido una discusión sobre cómo tratar a los niños.