A menudo se dice que una imagen dice más que mil palabras. Pero muchas veces llegamos a imágenes significativas, que han pasado a la historia y han dado cuerpo a procesos políticos y sociales, y no conocemos la historia que está detrás de las mismas, una historia que puede ser edificante y emocionante.
Esta foto es uno de esos casos.
Se ha convertido en una de las imágenes más icónicas de la Segunda Guerra Mundial. Un solo hombre, August Landmesser, en el medio de una gran congregación de seguidores nazis y afiliados al partido. Mientras todos realizan el saludo, él se niega a participar, se queda fijo, quieto, con las manos cruzadas, y una mirada de desdén en la cara.
Hizo eso, a pesar de que sabía que semejante demostración podía incurrir en la furia de sus jefes y superiores, la policía, y su posible encarcelamiento. Fue sacada en 1936 en Hamburgo, pero solo fue publicada y popularizada en 1991.
August se unió al Partido Nazi en 1931, con la intención de que, si el mismo llegaba al poder, le facilitase conseguir puestos en el gobierno. El Partido, con Hitler a la cabeza, finalmente llegó al poder en 1933.
Sin embargo, en 1935 August se comprometió con Irma Eckler, judía, en 1935. Iban a casarse en Hamburgo, pero las Leyes de Nuremberg lo impidieron. Esto causó su expulsión del partido.
En octubre de 1935 nació la primera hija de la pareja, Ingrid. En 1937 intentaron huir a Dinamarca, con Irma embarazada de su segunda hija, pero fueron detenidos por oficiales y arrestados por "deshonrar la raza" bajo las leyes nazis.
Ambos argumentaron que no sabían que Irma era judía y, debido a la falta de evidencia, fueron liberados con la amenaza de que continuar su relación los llevaría a la carcel por muchos años. A pesar de ello, siguieron su relación de forma abierta y en 1938 August fue arrestado y sentenciado a dos años y medio en el campo de concentración de Börgemoor.
Irma, mientras tanto, fue detenida y enviada a la prisión de Fuhlsbüttel, en donde dio a luz a su segunda hija, Irene. De allí penó entre los círculos del infierno de los campos de concentración de Oranienburg, Lichtenburg y Ravensbrück.
Irma continuó escribiendo cartas a August hasta 1942. Se cree que en Febrero de ese año fue llevada al Centro de Eutanasia de Bernburg y asesinada junto con otras 14.000 personas. Solo fue nombrada como legalmente muerta en 1949, con una fecha de muerte del 28 de abril de 1942.
Mientras tanto August fue liberado en 1941 y trabajó como capataz para la compañía Püst hasta que en febrero de 1944 fue reclutado como parte de un batallón penal, el Batallón 999 de Infantería.
Murió luchando para el régimen que le había impedido casarse y tener una familia feliz en las heladas y ásperas tierras croatas en octubre de 1944.
Sus hijas fueron inicialmente enviadas a un orfanato, pero luego a Ingrid se le permitió vivir con su abuela maternal e Irene fue enviada a una casa de padres adoptivos, porque había sido clasificada como judía en el momento de su nacimiento, lo cual la obligaba a llevar la estrella amarilla todo el tiempo.
Sus padres adoptivos fueron obligados a realizar trabajos forzados y ella, en 1942, estuvo a punto de ser enviada a un campo de concentración con solo 5 años junto con otros órfanos. Sin embargo, una amiga de su familia adoptiva la agarró y escapó con ella a Austria. Fue la única sobreviviente.
Cuando su abuela murió, en 1953, a Ingrid también se le asignaron padres adoptivos.
Finalmente, en un acto de justicia tardío y pequeño, el casamiento de August e Irma fue retroactivamente reconocido por el senado de Hamburgo en 1951.
En 1996 Irene publicó un libro donde cuenta la historia de su familia y adjunta numerosos documentos de la época.
Esta historia, una de miles en la conflagración más grande, terrible, devastadora y trágica del Siglo XX, es otra muestra no solo del horror de la historia, sino de los pequeños actos de desafío y dignidad de los cuales es capaz el hombre.