El 31 de agosto de 1977 dos hermanas se disponían a dormir en su casa en Enfield, Inglaterra, cuando escucharon ruidos en la habitación. Llamaron a su madre, quien las regañó, puesto que ambas tenían la reputación de ser bastante bromista, y abandonó el cuarto sin escuchar cuando los sonidos regresaron.
Tras esto, un mueble del cuarto se movió y todos los cajones se abrieron. Las niñas volvieron a gritarle a su madre, quien regresó y al intentar mover los cajones le fue imposible, como si una fuera invisible lo impidiera. En ese momento, la mujer tomó a las niñas y todas bajaron a la sala, desde donde llamaron a la policía.
Los efectivos buscaron por toda la casa la posible presencia de ladrones o bromistas, pero no encontraron nada, pese a que en el reporte oficial se destaca que uno de los oficiales vio una silla que se movía varios centímetros sin que nadie la empujara.
Una vez que la policía se retiró del lugar, volvió la acción. Los platos volaron, los golpes en la pared se intensificaron y, dos días después, un fotógrafo que registraba los hechos fue golpeado por una pieza de Lego caliente (el calor es una de las características de un polstergeist) que le dejó una marca por varios días.
Este hecho fue el inicio del caso más documentado en la historia sobre un poltergeist, hasta el punto de generar una adaptación cinematográfica, de la mano de "El Conjuro 2", la que promete ser una de las mejores películas de terror. Poco después llegó Maurice Gross, un investigador paranormal.
Gross, quien era miembro de la Sociedad para la Investigación Psíquica, fue una de las personas más involucradas en el caso y años después continuó defendiéndolo.
Durante 18 meses la familia vivió atormentada por voces guturales que salían de la nada, golpes en las paredes que al ser revisados sonaban en otra parte, cuartos en los que se escuchaban ladridos de perros, prendas que se movían espontáneamente, objetos arrojados en direcciones inesperadas y levitación violenta de las niñas.
De hecho, en una ocasión Gross escuchó que una niña gritaba que tenían su pie. Al entrar al cuarto la encontraron con la pierna en una extraña posición y al intentar moverla les resultó imposible. Eran dos adultos intentando ayudar a una menor que visiblemente no tenía nada que la sostuviera en ese lugar.
Precisamente estos sucesos son los que se usan para la cinta basada en el trabajo de Ed y Lorraine Warren, la más importante pareja estadounidense dedicada a la investigación de fenómenos paranormales durante la segunda mitad del siglo XX.
Mientras que la primera parte narró su experiencia en una casa embrujada en Long Island, la secuela mostrará el famoso evento que sucedió en Inglaterra a finales de los 70, el que hasta hoy sigue en discusión, puesto que no se sabe si se trato de uno de los casos reales más documentados o una de las bromas más grandes hecha a manos de dos niñas.
Una de las grandes detractoras del caso fue la psicóloga Anita Gregroy, quien estaba determinada a descubrir la farsa.
En una de sus visitas, las niñas le decían que el poltergeist se negaba a hablar o cometer sus actos violentos cuando alguien ajeno a las hermanas se encontraban en la habitación, por lo que Gregory tuvo que voltearse, cerrar los ojos y tapar sus oídos para que el espectro se manifestara. Almohadas y objetos pequeños volaron hacia ella, mientras escuchaba la voz demoníaca maldiciendo.
Sin embargo, eso no fue suficiente para la psicóloga, quien escondió una cámara en el cuarto, cuya grabación mostró como una de las chicas doblaba una cuchara para después decir que había sido el poltergeist.
Poco tiempo después se descubrió que una de las hermanas fingía la voz infernal sin lastimar su garganta, lo cual fue reconocido por ella por la presión de los medios de comunicación.
El final de los eventos fue tan abrupto como el inicio. Una de las hijas cree que fue gracias a ellas, luego de que empezaran a dominar el miedo y el pánico. Las investigaciones cesaron y la atención de la prensa también, pero el daño estaba hecho y todos apuntaron con el dedo a la familia.
Las niñas tuvieron problemas para readaptarse a la sociedad cuando todo terminó, porque la gente no entendía la razón detrás del fraude.