Courtney Grimshaw llegó a pesar sólo poco más de 30 kilos, luego de que iniciaran una extrema competencia con su hermana Rebecca, dos años mayor, respecto a quién era más delgada.
Todo comenzó cuando eran unas adolescentes, tenían 12 y 14 años respectivamente, cuando la mayor empezó a burlarse de Courtney al llamarla “trasero gordo” y “cerda gorda”.
“Siempre quise ser como ella. Era muy linda y tenía niños a su alrededor, a todos mis amigos les gustaba, pensaban que era genial. Becky me molestaba por ser rellenita y me decía cerca gorda. Me hacía sentir mal sobre mi misma”, recuerda sobre su infancia la joven que hoy tiene 24 años.
A raíz de las burlas de su hermana, Courtney perdió más de 20 kilos, pero nunca se conformó con eso, por lo que a sus 15 años su situación era realmente extrema y aún así las hermanas mantuvieron la competencia por ser la más delgada.
Con el fin de conseguir su objetivo, ambas comían sólo 350 calorías diarias y hacían ejercicio de forma compulsiva por horas.
“Las dos estábamos compitiendo por ser la hermana más flaca. Rebecca se dio cuenta que estabamos haciendo algo peligroso, pero yo ya había llegado muy lejos. Todo lo que podía pensar era en perder más peso”, detalló Courtney.
Así fue como la joven alcanzó los 31 kilos, causando la preocupación de las autoridades del colegio que obligaron a sus padres a internarla. Pese a sus intentos, sumado a la ayuda de su hermana en la rehabilitación, las cosas no terminaron ahí.
Y es que Courtney comenzó a beber para evadir su constante preocupación por el peso y las calorías, lo que la llevó a protagonizar un accidente automovilístico que la mandó una vez a una clínica de rehabilitación para las adicciones.
Lentamente la chica se fue recuperando de sus problemas. Actualmente pesa entre 46 y 50 kilos y quiere ayudar a que otras chicas no pasen por el sufrimiento que conllevan los trastornos alimenticios y la obsesión por el peso.
Respecto al pasado, Courtney confiesa que:
“Sin mi hermana es probable que nunca hubiese tenido anorexia ni problemas de adicción, pero sin ella tampoco hubiese sido capaz de poder ayudar a otras personas y contar lo orgullosa que estoy de mi proceso de recuperación”.
Rebecca, en tanto, admite que:
“Era una pequeña pesada y junto a mi hermano llamábamos a Courtney gorda y la molestábamos. Pero cuando sufrió con la anorexia yo estaba devastada, me torturaba que, en parte, todo haya sido por mí. El daño ya estaba hecho y no me había dado cuenta de lo que estaba causando. Aún me culpo por todo esto”.