La epilepsia es un trastorno del sistema nervioso central (neurológico) en el que la actividad cerebral se vuelve anormal, lo que provoca convulsiones o períodos de comportamientos o sensaciones inusuales, este trastorno se trata con medicamentos o, en ocasiones, se recurre a la cirugía para controlar las convulsiones.
Durante algunas horas se siente apático, deprimido, irritable, o muy rara vez, lo opuesto, extasiado. Una o más sacudidas mioclónicas del tronco o de las extremidades, mientras está despierto, anuncian que una crisis se presenta más adelante durante el día.
Más de la mitad de los casos hay cierto tipo de movimiento durante unos cuantos segundos antes de perderse la conciencia (giro de la cabeza y de los ojos o todo el cuerpo o sacudidas intermitente de una extremidad), aunque el paciente no lo recuerda y esta información sólo se obtiene de un observador. Calambres o dolores abdominales, sensación de hundirse, tensión en el epigastrio, palidez, o rubor de la cara, cefalea pulsátil, constipación o diarrea también forman parte del estado prodrómico, pero aún no se les encuentra con la suficiente consistencia para que sean de utilidad.
Inicialmente, la familia había explicado que la convulsión había sido producto de una enfermedad por la cual el joven estaba recibiendo tratamiento, pero no había especificado cuál era dicha aflicción.
Esta una complicación rara pero conocida de la epilepsia que provoca la muerte de 1 de cada 1000 adultos con epilepsia al año.
Para ello recomiendan tomar la medicación tal y como lo indicó el médico, así como no hacer cambios en la medicación sin consultar previamente con el clínico, sugieren también no dormir boca abajo, ya que investigaciones recientes indican que esta posición aumenta el riesgo. Otra sugerencia consiste en evitar las situaciones que pueden propiciar una convulsión, como la falta de sueño, el estrés o la ingesta excesiva de alcohol.