Un trabajador público español que no fue a trabajar por seis años fue multado con casi ?27,000 luego de que al fin se dieran cuenta de su larga ausencia.
Oficiales en Cádiz se preparaban para entregar a Joaquín García un premio por sus 20 años de servicio cuando se reveló la verdad de su contribución al gobierno local.
En 1990 comenzó a trabajar para el ayuntamiento de la ciudad, en diferentes puestos. En 2015 entró a un puesto en Aguas de Cádiz, y no fue más a trabajar. Como cuenta el senador Jorge Blas Fernández, quien inició la investigación, al periódico El Mundo, nadie lo hechó de menos.
«Se le puso un despacho en el edificio de Aguas de Cádiz y allí se quedó. Hasta que un día [más de una década después] me acordé de él y pensé: '¿Dónde estará este hombre? ¿Seguirá allí? ¿Se habrá jubilado?, ¿Habrá fallecido?'. Como me constaba que seguía cobrando la nómina, me puse a hacer gestiones. Llamé aAguas de Cádiz y me dijeron que allí no sabían nada, que pensaban que había vuelto al Ayuntamiento… Lo llamé a él y me dijo que estaba de días de asuntos propios y le pedí que viniera a verme. '¿Usted qué hace? ¿Qué hizo ayer? ¿Y el mes anterior?'. No supo responder».
García dijo a la corte que efectivamente iba a la oficina, pero que no cumplía horarios regulares. Dijo que era víctima de mobbing, víctima de discriminación política y que deliberadamente le habían dado un puesto inútil.
Sus amigos dijeron a la prensa que el ingeniero de 69 años no había hecho denuncias formales de abuso porque "tenía una familia que mantener" y que le preocupaba no poder encontrar otro trabajo a su edad. Incluso asistió a sesiones con un psiquiatra, dicen.
El ingeniero aprovechó muy bien la confusión, conviertiéndose en un ávido lector de filosofía y experto en los trabajos del filósofo danés Spinoza.