En febrero pasado Georges Tron, alcalde del suburbio de Draveil, al sur de París, fue declarado culpable de los delitos de violación y agresión sexual y condenado a cinco años de cárcel.
Sin embargo, a más de dos meses de estar tras las rejas, Tron sigue dirigiendo desde su celda los destinos de los más de 30.000 habitantes de la ciudad.
“Habiendo proclamado siempre mi inocencia en este asunto, seguiré luchando para que se me reconozca de nuevo y no renunciaré a ninguno de mis mandatos ni a mis funciones”, dijo el alcalde a pocos días de conocida la sentencia.
Los activistas afirman que el caso de Tron simboliza lo mal que está el sistema judicial francés, según señala The Washington Post.
“Es un sistema mafioso que se replica en todos los niveles”, dice Francois Damerval, un político local de un partido ecologista.
Según la legislación de Francia, debido a que Tron apeló a la sentencia se le puede volver a considerar inocente, hasta que el tribunal supremo dicte sentencia firme. Ese resquicio legal ha sido utilizado por sus aliados y han rechazado los intentos de destituirlo.
Una petición pide la destitución del alcalde y hasta la fecha ha sido firmada por más de 35.000 personas. Sin embargo, el alcalde goza de popularidad entre una parte de la población. Algunos, aunque no desconocen el delito por el que fue condenado, reconocen que la ciudad la tiene bien gestionada.
Este apoyo se debe a que Tron está al mando de la ciudad desde 1995 y ha seguido en el cargo, a pesar de que ya había sido investigado en 2011, un año después de asumir un cargo adicional como ministro subalterno en el gobierno del presidente Nicolas Sarkozy.
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