Kate Smith, de 34 años y oriunda de Liverpool, Inglaterra, se fue de viaje junto a su familia a Disneylandia, Estados Unidos, cuando comenzó a sentir náuseas, lo que atribuyó simplemente a las montañas rusas del lugar.
Sin embargo, cuando los malestares persistieron, decidio realizarse un test de embarazo y recién ahí se dio cuenta que estaba esperando un bebé.
?Me subí a todas las montañas rusas posibles en Disneylandia y cuando comencé a sentirme mal, asumí que era por haber dado tantos paseos. Pero como los malestares siguieron por mucho tiempo, Gerard me instó a hacerme un test de embarazo?, señaló Kate.
Una vez que regresaron de las vacaciones, Kate y su marido Gerard, de 34 años, agendaron una hora médica debido a que los síntomas del embarazo no parecían tan normales.
Y es que Kate se sentía totalmente diferente, en comparación con sus dos gestaciones anteriores, pues se sentía cansada, tenía dolores de cabeza insoportables y le dolía todo el cuerpo.
?Tenía constantes migrañas y estaba exhausta. Sabía que algo no andaba bien y estaba muy asustada porque pensé que podía tener un aborto involuntario?, narró la británica.
Gracias al examen que se practicó, la matrona descubrió que la pareja estaba esperando cuatrillizos, lo que explica por qué la mujer se sentía tan mal.
?Ambos comenzamos a reír al principio pero luego nos vino el golpe de realidad y me puse a llorar?, reveló la madre, quien desafortunadamente perdió uno de los niños tras 12 semanas de gestación, lo que es bastante común, según los médicos.
El 12 de febrero pasado dio a luz a los tres bebés, Dolly, Annie y Gerard, luego de 31 semanas, por lo que tuvieron que permanecer hospitalizados durante un tiempo, especialmente Dolly, quien tuvo que ser operado a raíz de un pequeño quiste en su estómago.
Desde que llegaron a casa, los padres se han preocupado de seguir una estricta rutina para alimentar, mudar y hacer dormir a los tres al mismo tiempo.
“Tenemos que alimentar y mudar a los bebés cada cuatro horas, es algo mecánino y parte de nuestra vida diaria ahora”, concluyó la madre, quien reconoce que pese a lo difícil que se ha vuelto la crianza, no cambiaría su vida por nada del mundo.