Estados Unidos ya cuenta con más de 70 ciudades que prohíben el uso de envases descartables de poliestireno expandido (EPS en inglés), mientras que en otras ciudades del mundo como París en Francia o Toronto en Canadá, el tema aún se debate. ¿Pero por qué este material es tan criticado por los ambientalistas?

A pesar de que se usa más el plástico que este material, los ambientalistas afirman que el poliestireno es tremendamente dañino al ingresar al mar, contaminando las aguas. Provoca problemas mecánicos y biológicos de las especies, por ejemplo, bloqueos en los intestinos al ingerir poliestireno.

El poliestireno tiene propiedades absorbentes que lo hacen especialmente peligroso, actuando como esponja, concentrando contaminantes dañinos que hay en el océano. Las tortugas ven estos envases y se los comen pensando que son medusas.

No solo es dañino para los animales y los mares, sino que también puede ser nocivo para el ser humano, al existir la posibilidad de que uno de esos peces termine en el plato de alguno de nosotros.

El problema es que reciclarlo es muy difícil. Una opción que se ha barajado es el reciclaje térmico. En este proceso, el EPS se quema, generando dióxido de carbono y vapor de agua.
Esto lo convierte en un buen elemento para los programas que usan el calor para generar energía a partir de desechos. La desventaja es que transportar el material que es liviano, pero voluminoso, hacia los centros de reciclaje es muy costoso.

Como alternativa existe lo que hizo McDonalds. Ellos dejaron de usar poliestireno, reemplazándolo por alternativas basadas en papel. Dunkin Donuts también hizo lo suyo con sus vasos de polipropileno, el cual es mucho más fácil reciclar. El problema: este compuesto es más caro.
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