En un adulto, una frecuencia cardíaca normal oscila entre 60 y 100 latidos por minuto cuando se está en reposo. Sin embargo, si estas pulsaciones se reducen o aumentan significativamente, pueden poner en riesgo la vida, llegando incluso a provocar un paro cardíaco. Durante esta emergencia médica, la sangre deja de fluir hacia el cerebro y otros órganos vitales, lo que puede resultar en la muerte en cuestión de minutos.