Brayan Pinto, un migrante venezolano de 18 años, y su pequeña perrita blanca y esponjosa, Brandi, caminaron juntos atravesando varios obstáculos para llegar a la frontera entre Estados Unidos y México y ayer lunes, los dos compañeros tuvieron que despedirse.
El joven asegura que su perro fue un regalo de su madre antes de su muerte para convertirse en apoyo emocional, por lo que ahora que llegan a Estados Unidos, le dicen que la tiene que dejar porque no puede cruzar para el otro lado.
Tristemente, puso a Brandi en los brazos de un fotoperiodista que había aceptado cuidarla en México, y hundió su rostro en su pelaje rizado para una última despedida.