Familiares de algunos de los más de 150 desaparecidos en el derrumbe de un edificio residencial en Miami-Dade se aproximaron ayer domingo a la montaña de escombros donde supuestamente yacen sus seres queridos para orar y llorar, cuatro días después de la tragedia y en medio de un esfuerzo común por mantener viva la esperanza.
Las autoridades locales y estatales no cejan en su empeño de localizar sobrevivientes, mientras la cifra oficial de fallecidos subió a nueve y los desaparecidos son 156.