Hace 29 años sucedió el accidente nuclear más grande y catastrófico del mundo en la central de Chernóbil y dejó el lugar desierto y deshabitado por los seres humanos.
Sí, como dice arriba, la ausencia sólo es de seres humanos, porque de animalitos está lleno y eso tiene a los científicos sorprendidos. Antes de que ese lugar se transforme en una central nuclear, los lobos, alces y jabalíes ya recorrían los bosques y praderas de la zona. Hoy, tres décadas después de la tragedia, los animales salvajes volvieron a las bases y están nuevamente asentados en esos 4.200 kilómetros cuadrados. Pero no volvieron los mismos, ahora son muchísimos más.
Un grupo de biólogos que trabajó en la zona del accidente, específicamente en la Reserva Radioecológica de Polesia que es una de las regiones más afectadas por el material radiactivo, se encontraron con este curioso dato, hay más animales ahora que antes de la explosión.
Y la explicación al misterio es mucho más simple de lo que creemos: hay más porque no hay seres humanos. Jim Smith, uno de los líderes del estudio que se llevó a cabo, sostiene que el resultado es “un ejemplo notable de cómo afecta la presencia humana y su uso del entorno: su desaparición en la zona de Chernóbil ha permitido prosperar a los animales”.
Pero tampoco es tan así, porque si bien hay muchos más animalitos que antes, estos bichos se alimentan de las plantas y las plantas de la tierra que, adivinaron, es radioactiva. Todavía hoy, casi treinta años después, científicos aseguran que la fauna de la zona está mucho más contaminada que antes. Y los altos niveles de radiación del norte de Ucrania y el sur de Bielorrusia sí están teniendo un impacto significativo en la fauna de la región. Pero no es que vamos a salir a caminar y nos vamos a cruzar con una araña de trece ojos ni con un sapo volador y por suerte, o lamentablemente, tampoco con el pez de tres ojos de Los Simpsons. Las mutaciones son muy sutiles.
El biólogo Timothy Mousseau lleva años estudiando a los animales de la zona y explica cómo animales desarrollaron tumores y mutaciones pequeñas. Además se haber disminuido la diversidad de especies. Por ejemplo, los insectos tienen más manchas y las pobres arañas tejen telas llenas de errores y discordancias.
Finalmente, y por increíble que suene, al parecer los humanos somos más destructivos para la fauna que un desastre nuclear.