Dos días después de regresar de Nueva York a su hogar en California, a Kevin Kwong le picaban tanto las manos que se despertaba del dolor. Pensó que era eczema.
Un especialista en enfermedades infecciosas le diagnosticó a Kwong, de 33 años, viruela del mono a principios de julio, a pesar de hacerse dos pruebas, nunca dio positivo.
Las personas que pueden estar infectadas se enfrentan a callejones sin salida, retrasos, diagnósticos incorrectos y tratamientos inadecuados mientras navegan por un sistema de atención de salud poco preparado y mal informado.
Este virus, poco conocido, hace que los hospitales se apresuren a enseñar al personal de urgencias a identificarlo y analizarlo correctamente.