Era un partido cerrado en el que México se plantó con un bloque bajo intransitable para evitar que Argentina filtratra ni una piedrita en el perímetro que defendía Memo Ochoa. Un primer tiempo sin goles, y nadie se animaba a dar algo más. En medio del nerviosismo del equipo suramericano, apareció un zurdazo de Leo desde fuera del área, con su magistral pegada y calidad individual. El 30 del PSG se mostró como un rayo de luz en las tinieblas que recorrían los de la albiceleste. Previo al gol, la habilitación de “el fideo” que no había hecho mucho en el partido.
Scaloni metió al Cuti Romero y Exequiel Palacios al segundo tiempo, y formo una pared intransitable de 5: 3 en el centro y los dos carrileros en labores defensivas.
Al 86, una acción individual de Enzo Fernández y luego un bombazo cruzado dejaría tendido a Ochoa en el suelo, mientras los argentinos celebraban el segundo gol.
Victoria o victoria, Argentina no podía conseguir menos. Con la ayuda del equipo, Messi lo hizo posible