La obesidad infantil es uno de los mayores problemas de muchos países en el mundo, tales como Estados Unidos o México, donde año a año incrementan los números de niños con enfermedades causadas por el excesivo sobrepeso.
Por lo mismo, se tiende a pensar que la gordura de un menor es por malos hábitos de alimentación y exceso de sedentarismo. Sin embargo, en algunos casos este lamentable hecho esconde una dramática verdad.
Y ese es el caso de Misael, un chico brasileño de sólo 5 años, quien no puede dejar de comer, lo que llevó a sus padres a sospechar que algo no andaba bien, pese a que cuando nació todo parecía en orden.
Misael sufre el síndrome de Prader-Willi, el que le causa tener un apetito sin límites y retraso en el desarrollo, junto con un peso de 81 kilos a su corta edad.
¿Qué es el síndrome de Prader-Willi?
El portal MedlinePlus explica esta rara enfermedad como “la ansiedad intensa por la comida en los niños, quienes harán casi cualquier cosa por obtenerla, lo cual puede producir un aumento de peso incontrolable y obesidad mórbida”, es una alteración congénita (presente del nacimiento) que ocasiona que las “las personas con esta afección son obesas, tienen disminución del tono muscular y de la capacidad mental”, entre otras consecuencias.
Por lo mismo, y ante el exceso de peso en el cuerpo del niño, sus padres están desesperados, por lo que han pedido ayuda ante el temor de que la vida de su hijo esté en peligro, considerando que, además, nunca ha dejado de ganar kilos a un ritmo imparable.
“Su corazón se ve sofocado y trabaja con mucha presión”, cuenta el padre de Misael, Manuel Abreu, asegurando que “si no recibe el tratamiento que necesita, hay una enorme probabilidad de que su vida se acabe”.
Manuel apuntó, además, que “todo es difícil para él. Es un bebé que lleva el peso de un adulto”, incluso dormir, pues Misael sufre de apneas del sueño, las que causan que cada noche sea una montaña rusa entre la vida y la muerte.
Lo más terrible para la familia es que la enfermedad pareciera no tener remedio, puesto que el niño ha seguido una dieta baja en grasas y camina durante 40 minutos cada día, lo que no ha impedido que Misael suba de peso.
Pese a la constante y dura lucha que han tenido que librar los padres, se niegan a darse por vencidos, puesto que harán hasta lo imposible por no sólo salvar la vida del pequeño, sino también de mejor su calidad de vida.