Jon Crouse, un canadiense que realiza buceo, descubrió a finales de noviembre una botella de cerveza llena en las profundidades del océano.
El hallazgo de la botella de cerveza casi llena de Alexander Keith tuvo lugar en el lado este del país, cerca de Halifax, Canadá.
Los expertos estimaron que la cerveza había sido manufacturada entre los años 1872 y 1890, pocos años después de que el país se conformara como tal. Es por esto que algunos la llamaron “la primera cerveza canadiense”.
El plan de Crouse era dejar que el líquido se evaporara y conservar la botella como una reliquia, pero cuando Chris Reynolds (un cervecero local, dueño de un famoso bar) lo contactó para pedirle realizar algunas pruebas al contenido aceptó sin saber qué le esperaba.
El pasado 7 de enero los expertos de la Universidad de Dalhousie, junto con Chris Reynolds, testaron la composición química del producto para confirmar que efectivamente era cerveza y que no corrían riesgos de envenenarse si la consumían.
Al obtener los resultados positivos, todos los integrantes de la investigación procedieron a probar el añejo brebaje. Reynolds describió la experiencia como una que sólo se presenta una vez en la vida.
Respecto del sabor, dijo que tenía una nota de cereza y frutal pero con una fuerte olor azufre y sabor a huevo podrido.
A pesar de que no tenía el mejor sabor del mundo, el hallazgo de la botella pasará a la historia de la cerveza canadiense.