El auge de esta enfermedad infecciosa ha sido descubierto recientemente y es causada por una bacteria llamada Mycoplasma genitalium, la cual se aloja en las células epiteliales y ciliadas del tracto genitourinario. Se considera como una de las bacterias más pequeñas que existe, cuyo genoma es bastante sencillo y se diferencia de otras bacterias porque necesita vivir dentro de otras células para cumplir su ciclo.
Lo alarmante de esta enfermedad es que la mayoría de las personas que la padecen cursan sin síntomas. Sin embargo, cabe acotar que la enfermedad que transmite este microorganismo es una ETS o enfermedad venérea, y aunque es poco frecuente la aparición de los síntomas puede ocasionar dolor pélvico, dolor testicular e incluso hemorragia durante o después de haber tenido relaciones íntimas en el caso de las mujeres.
Un equipo de investigación británico publicó en el Journal of Epidemiology un estudio en el cual se concluyó que el número de personas infectadas con Mycoplasma genitalium superaron las expectativas, ya que lograron deducir que aproximadamente el 1% de la población en general con edades comprendidas entre los 16 y 44 años son portadores de esta bacteria.
En raros casos, este agente patógeno puede producir en el hombre inflamación de la uretra o inflamación de la próstata. Mientras que en las mujeres, el Mycoplasma genitalium puede hallarse en toda la extensión de los genitales externos, siendo probable encontrarlo también en útero y en endometrio. A pesar de que lo común es que no aparezcan manifestaciones clínicas, se ha descrito que estar infectado con M. genitalium puede predisponer a la población femenina de padecer enfermedad inflamatoria pélvica, infertilidad y embarazo ectópico.
El diagnóstico de esta enfermedad puede llegar a demorarse, debido a que este microbio es de crecimiento lento, por lo tanto el cultivo suele tardar unos seis meses en arrojar resultados, además que no todos los laboratorios están capacitados para realizar este tipo de estudios especiales. Es por esta circunstancia que se utilizan otras alternativas que permiten obtener resultados más rápidos como biopsias endometriales o pruebas específicas de orina.
Afortunadamente, ésta es una ETS tratable y de buen pronóstico, donde lo más importante es tener en cuenta las medidas preventivas necesarias para evitar el contagio y diseminación de la misma.