Suena sacado de un guión de ficción, pero existe y es el caso de Neil Harbisson.
Cuando el londinense Neil Harbisson tenía 11 años de edad, le diagnosticaron monocronismo, una enfermedad que sólo le permite ver en blanco y negro.
Con los años se decidió a entender el color, aunque no lo pudiese ver, y entró a estudiar a la escuela de arte. Fue allí donde sus ganas por poder llegar a saber lo qué es el color aumentaron.
Un día Neil asistió a una conferencia de cibernética en su universidad, fue allí donde conoció a Adam Montandon, un experto en arte y tecnología digital sobre el tema quien le dijo que creía que el junto a un equipo de expertos podrían ayudarlo a que pudiera percibir el color.
Los expertos crearon una antena que va conectada a su cerebro mediante un chip. El aparato convierte los colores en sonidos y estos son transmitidos por sus huesos.
La antena posee una cámara web, una computadora y uno audífono y va conectada a un chip que contiene un programa que convierte todos los colores que Neil tenga en frente en un sonido, de esta manera todos los colores se traducen en un tono que Neil debió estudiar.
Al principio Neil sufría fuertes dolores de cabeza debido a que escuchaba sonidos contantes.
Nunca se imaginó que el mundo tenía tantos colores, y con el tiempo la antena se ha convertido en una parte fundamental de su cuerpo.
Harbisson es el primer cyborg en ser reconocido por un gobierno, es decir es una criatura compuesta de elementos orgánicos y dispositivos cibernéticos generalmente con la intención de mejorar las capacidades de la parte orgánica mediante el uso de tecnología
Además es un activista en la lucha de los derechos de los cyborg y un artista experimental. Actualmente reside en Nueva York donde realiza charlas sobre su caso y también expone sus pinturas.